No le preocupe pa decía Pierre en su mal español. Quería decir no lo pienses, mejor
hazlo. No pensar un ejercicio antes de hacerlo es todo un reto. Muchos
ejercicios parecían estar diseñados para que el actor pudiera entender cómo
estorba el pensamiento en el proceso.
Memorias
del Laboratorio
El cuerpo siempre es una substancia en
diálogo, es una entidad tan solitaria (no autóma) que requiere de ese dialecto,
ese di-intercuerpos, para sentirse. El cuerpo es el monólogo por antonomasia.
Esa recognosis que no tiene palabras, sino que las ha perdido todas en el ente
del sujeto, y permanece en espera de la recuperación logos. Para una
retribución biológica de su sentido. Triste la condición del cuerpo sin sí.
La muerte es un paradigma, el amor es otro, similar. Lo que ha impulsado mi trabajo es un diálogo entre estas dos identidades. Una vez me preguntaron ¿Qué inspira a tu teatro? Y contesté sin vacilación la muerte. Mantengo un constante diálogo con ella.
El cuerpo es el territorio de debate entre el hacer y el dejar de ser. No es un territorio pacífico, no es una superficie donde se
haga el debate de argumentos, es el debate mismo. El cuerpo no es una cosa
pacífica.
El cuerpo se debate (sin argumentos) entre el
amor y la muerte. Se hace presa de uno y otro por los momentos en que su
historia trata, intenta escribirse para inscribir un sujeto de (en) su propia
historia. El teatro es una ficción que sólo en el cuerpo se hace real, verdad
del sujeto. Desde él el cuerpo es el único sustentador de la verdad, el
lenguaje nos miente.
El cuerpo vive, aunque sea una ficción como verdadera.
Entre nuestro actor y nuestro espectador no
hay posibilidad de mentira, solo de una ficción verdadera.
El acto teatral no está sustraído de la vida,
está profundamente ligado a él. El acto de la crueldad, hace más revelador lo
que la convención social intenta a toda costa de ocultar.
Por eso la convención
teatral está por encima de la simulación social.
La verdad social es la que no creen la
mayoría, va al teatro en busca de una ficción más verdadera.
El amor es una verdad sólo construida entre
dos, dos cuerpos presentes, donde el cuerpo y la historia convergen en un acto
único e irrepetible. El teatro es un acto de amor, amor a la verdad, como el
psicoanálisis.
Los cuerpos han muerto, pero los casos
sobreviven como historias clínicas. Mi pregunta en este texto es que si la
historia clínica si alcanza para describir al sujeto poseedor del cuerpo en
escritura. O si hay que aplicar el método del análisis dramático, como el
auxiliar de la literatura que siempre hizo uso el psicoanálisis para
interpretar al sujeto. Qué hace del amor que cualquier acto de un hombre en
grupo se hace un testimonio. Como la propia muerte, único testimonio ad jurem
sin adventum.
En mi vida hay pocas o ninguna de las cosas
que intento construir que no tengan que ver con la edificación de una verdad escénica