El actor es un artista y no un simple intérprete. Es creativo y creador. El rôle, el personaje, parece pre existir por el hecho de haber sido escrito previamente por un dramaturgo, pero no puede tener vida sin el actor. Sin él, es simple literatura, queda en una lectura limitada entre las las cubiertas de un libro, o quizá permanezca en la memoria lingüística y subjetiva del lector, sin concreción alguna. El personaje literario solo actúa ahí, en la relación de una narrativa, las acciones de ese personaje solo son rescatadas por las palabras. Solo en la actuación el personaje encarna, se sale del libro para estar entre nosotros.



No solo el actor. Todo artista se forma en soledad, en el contacto (contrato) consigo mismo, es su propia materia prima. Un pianista pasará bastantes horas al día, durante años en relación íntima con el piano. El piano, aparte de generar el sonido, le ofrece la resistencia para que el pianista, más allá de sus manos, adecue todo su cuerpo, su columna, sus piernas, la posición de su cabeza, etc. A veces el pianista se prepara con la tolerancia puesta a prueba de los demás. El pintor, el escritor; todos los artistas tienen que llegar a ese lugar de soledad. Parece una condición inherente al proceso creativo.



Que el actor trabaje en grupo no lo rescata de la soledad. También nuestro músico puede ejecutar su trabajo en una orquesta. Pero las orquestas son eso, el conjunto de soledades. El actor trabajando en la agrupación se adentra en un conjunto de relaciones que construyen una convención que acepta la ficción como real. La articulación de esa ficción se configura, entre los actores con relaciones reales y entre ellos, y los espectadores. 

Pero la parte formativa y el proceso de creación con un personaje es solitario. A veces el actor se siente perdido en esos momentos. Es en ese juego de convenciones que se hace el teatro. Para el Teatro sólo es necesaria la presencia de una persona que esté en el lugar del actuante, y otra que esté dispuesto a ser un espectador. Ese es el papel medular del actor en el teatro según lo concebimos.



Hay una máxima del Kybalyon que dice: Como arriba es abajo, como abajo es arriba. El trabajo de nuestro actor es semblante del pensar y sentir humanos. Su tarea es amplificar los componentes de sus relaciones con las cosas, con las personas que conforman su universo.